sábado, 31 de marzo de 2018


Taller vivencial
“ENCAUZANDO NUESTROS TALENTOS Y EMOCIONES”

Los chicos de hoy plantean un nuevo desafío a quienes estamos dedicados a la tarea de educarlos. Por sus diversas características intelectuales, emocionales y espirituales, muchos  de ellos pueden movilizar a padres, docentes y compañeros. Al no ser identificadas sus múltiples capacidades, estas terminan siendo subestimadas, por lo que, al no ser acompañadas y satisfechas sus singulares necesidades, al poco tiempo se expresan por medio de síntomas que rápidamente son etiquetados como “fracaso escolar”, déficit de atención, y conductas disruptivas.

Nuestra propuesta brinda las herramientas necesarias para reconocer y canalizar creativamente los talentos individuales, así como el espacio adecuado para aprender a gestionar positiva y efectivamente las emociones.

Destinado a niños de 8 a 12 años
Capacitadores: Lic. En Educación Karen S. Gerson, y T. Gestalt Nazareno Amir Hernández




viernes, 30 de marzo de 2018

¿CÓMO AMARTE A TI MISMO? Louise L Hay

Liderazgo y Neurociencias. Lic. Adriana Marcovich

Excelente conferencia donde se explica el neuroliderazgo y cuales son las prioridades a encarar para una educación mas efectiva. Nuestro cerebro funciona de determinada manera y es fundamental tenerlo en cuenta.

Resumen: El docente es percibido y se percibe a sí mismo como un experto en los “saberes” que enseña más que como un líder. La autoridad formal ya no es suficiente para poder influir positivamente en los educandos. El liderazgo es un vínculo, un tipo de relación, no es un rol asignado formalmente.
Liderar es ser capaz de influir, de inspirar, de crear y contagiar climas emocionales, de transformar las tensiones en aprendizajes, de enseñar a frenar impulsos que dañan…. El líder es alguien con autoconciencia, que puede frenar su propia conducta defensiva y elegir la respuesta más constructiva. Es alguien que amplía las posibilidades y no se limita exclusivamente a cumplir los objetivos curriculares , mira sistémicamente y expande su capacidad de sana influencia.
Mirar el rol docente desde esta perspectiva, enriqueciéndola con aportes neurocientíficos, será el eje de esta conferencia.


jueves, 29 de marzo de 2018

Comunidad Sawabona: Comenzamos con las Actividades :)

Comunidad Sawabona: Comenzamos con las Actividades :): Taller vivencial “ENCAUZANDO NUESTROS TALENTOS Y EMOCIONES” Los chicos de hoy plantean un nuevo desafío a quienes estamos dedicados ...

lunes, 26 de marzo de 2018

LO BUENO DE SER CRITICADO

¿Miedo a la crítica? Anótalo: en la mayoría de las personas este miedo se ubica entre los de primer rango. ¿Por qué? Porque, instintivamente, como animales gregarios que somos, sentirnos criticados nos hace tener miedo de ser excluidos de la manada. Y, en el reino animal esto significa quedar más expuesto a los depredadores, deambular sin territorio (sin agua ni comida), perder posibilidades de apareamiento... o la muerte misma.
Cuando uno teme a la crítica, entonces, en principio reacciona desde lo más primal que rige nuestra conducta. Así, por largo tiempo, mientras adultece, el animal humano va tratando de adaptarse a los parámetros del sistema (aunque más no sea agrupándose con quienes se oponen al sistema!). Fracciona su identidad, escondiendo partes de sí para no ser exonerado, rechazado, excluido... criticado.

Pero en algunas personas existe una fuerza peculiar que les lleva, -o bien desde siempre, o bien promediando la mitad de la vida-, a, de todos modos, TOMAR EL RIESGO DE SER DIFERENTES, aunque esto signifique quedar expuestos a la crítica. Hablo aquí de quienes han decidido convertir su propia vida en un peregrinaje. Sí: los antiguos le llamaban "Camino" al proceso de consolidar la propia identidad desde lo más esencial de sí (o sea, más allá de los condicionamientos del entorno). Y el problema es que si alguien se convierte en un verdadero individuo, será, por definición, diferente, porque en la periferia todos estamos formateados por el sistema imperante, pero en lo más profundo NO: allí cada uno de nosotros es esencialmente único (una modesta nota musical en la Gran Partitura de la Creación).
Hay quienes al ver al que Camina se sienten propulsados a Caminar también. Pero hay quienes apedrearán al "raro", instintivamente, como si tuviera una peste que pudiera "contagiar a la manada". SU LIBERTAD ASUSTA A QUIEN NO LA EJERCE. De modo que es bueno saberlo: cualquiera que haya decidido apostar sus días a Caminar, necesita estar preparado para las críticas. Algunas le servirán de espejo: es inteligente escucharlas. Otras serán una buena prueba para medir cuán comprometido se está con el Camino como para no dejarse desviar por ellas.
Tan viejo es este tema que así lo dijo hace siglos Lao Tsé:
Cuando el sabio oye hablar del Camino
trata de vivir en armonía con él. 
Cuando el hombre normal oye hablar del Camino 
sólo lo comprende en parte. 
Cuando el loco estudia el Camino
se ríe de él. Sin embargo, 
si el loco no se riera no sería el Camino. 
Por tanto, si buscas el Camino 
escucha la risa de los locos.
Virginia Gawel
www.centrotranspersonal.com.ar

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Meditación Carta De Sanación Y Liberación Del Clan Familiar

domingo, 25 de marzo de 2018

SÍNDROME DEL GEMELO PERDIDO O EVANESCENTE.


Biodescodificación
 
El denominado proyecto paterno o proyecto sentido hace referencia a la primera etapa de nuestra vida: la concepción, la estancia en el útero, el parto y, por supuesto, el ambiente familiar que nos impregna a lo largo de la infancia, sobre todo hasta que alcanzamos la edad de tres años, circunstancias todas ellas de vital importancia para la vida adulta posterior.

En esa etapa de la vida resultan determinantes para los hijos las circunstancias familiares y el tipo de relación que existe entre los padres. Cuando el ambiente familiar es tóxico, de miedo o angustia, con discusiones y maltratos, el útero puede llegar a convertirse en una especie de cárcel para el bebé que recibe toda esa conflictividad sin la más mínima capacidad de comprensión y, por supuesto, sin la posibilidad de poderse evadir. El inconsciente del hijo está fusionado con el de la madre y todo lo que viva ella dejará en él una huella emocional que perdurará, afectando después a su autoestima, su capacidad para mostrar afecto y también a la calidad de sus relaciones íntimas. Asimismo, dejará una impronta indeleble la forma en que se desarrolle el embarazo y, por supuesto, cómo tenga lugar ese momento crucial que es el nacimiento.

A lo largo del proyecto paterno, el hijo está conectado emocionalmente a los padres. Todo lo que concierte a la vida de la madre y también, aunque en menor medida, del padre, dejará su impronta en el hijo. Lo que éste recibe de la madre se inserta en él y determina de forma clara y rotunda su visión de la vida. Si la emotividad que el bebé recibe cuando todavía está en el vientre es intensamente negativa, al margen de cuáles sean las causas desencadenantes, interiorizará y hará suyas sensaciones de miedo, de amenaza y de peligro. En su cerebro se formarán las correspondientes conexiones neuronales que registrarán dichas sensaciones. Es posible que años después desarrolle conductas reactivas.

Si determinantes son las circunstancias existentes en torno a la concepción, no es menos importante lo que acontezca durante los nueve meses que, en promedio, abarca la fase uterina, el embarazo. Durante esa etapa la vida del niño no se extiende más allá de la madre. Todo su mundo es la madre. Lo que trascienda los límites de la madre no existe para él. Por eso nutre y forja sus primeras memorias y experiencias según lo que viva y sienta ella. Cuando la madre ríe, el hijo interioriza y hace suyas esas sensaciones de placer, de felicidad y de amor. En cambio, si ella sufre por cualquier circunstancia, su emotividad y preocupaciones serán vividas como propias por el hijo que anida en su interior, sumergido en una intensa angustia que no comprende y tampoco es capaz de gestionar.

Una forma muy precisa de poder conocer el clima emocional al que una persona estuvo expuesta durante su etapa uterina es obteniendo información de cómo vivió la madre el embarazo y qué patologías sufrió, es decir, qué mensajes manifestó su inconsciente a través de su cuerpo a lo largo de aquellos meses. La sintomatología de la madre durante el embarazo representa una información muy valiosa sobre las circunstancias emocionales a las que se expuso y, sobre todo, cómo las enfrentó o el impacto que le causaron. Circunstancias que probablemente ni la madre recuerde hoy; pero que han quedado registradas y expresadas de forma objetiva e inequívoca por el sentido biológico de cada síntoma que sufrió porque para el inconsciente nada es irrelevante; memoriza todo y no interpreta ni manipula, simplemente expresa, advierte.

Se calcula que entre el 10% y el 15% de los embarazos de un solo bebé fueron inicialmente multifetales. Sin embargo, estadísticamente menos de un 2% de los embarazos acaban siendo múltiples. En la mayor parte de los casos se producen muertes uterinas en las primeras diez semanas de gestación que suelen pasar desapercibidas. Normalmente no queda rastro del embrión perdido al ser reabsorbido éste por el útero y la única manifestación visible de esa muerte prematura es un sangrado vaginal. Esa pérdida sanguínea, aparentemente carente de relevancia, puede ser el único indicio de la muerte intrauterina. De circunstancias como estas surge el conocido como síndrome del gemelo perdido o gemelo evanescente. El gemelo que sobrevive, llamado gemelo superviviente o gemelo solitario, guarda en su primera memoria emocional el recuerdo del hermano que alguna vez estuvo a su lado, que le acompañó, con el que compartió sus primeros instantes de vida; pero que ya no está, que se quedó en el camino.

Esa memoria inconsciente generará en el gemelo superviviente la angustiosa sensación de separación. Frecuentemente le invadirá un sentimiento profundo e inexplicable de soledad y de espera, incluso de apatía, sin alcanzar a comprender qué o a quién espera. Frecuentemente los gemelos supervivientes son después, en la vida, personas con un marcado sentido de culpa. Inconscientemente no logran explicarse el motivo por el que ellos viven y su hermano no. Por este sentido de culpa, no se sienten autorizados a vivir plenamente y a disfrutar de la vida. Gozar de su existencia supondría para ellos una traición al hermano ausente y esa es una licencia que consideran que no se pueden permitir. El lastre emocional del gemelo perdido y el sentimiento de culpa les persiguen en todo momento, allá donde van, reflejándose en sus relaciones sociales y de pareja. El recuerdo inconsciente del gemelo perdido se traduce en un bloqueo emocional que impide al superviviente no sólo disfrutar de la vida sino también entregarse plena y libremente a nada, ni siquiera a otras personas, porque permanece siempre en vigilia, esperando al ausente. Esa fijación puede llevarles, por ejemplo, a comprar cosas o ropa por pares, hábitos que a veces son el indicio más evidente de la existencia de este síndrome.

En ocasiones, este sentido de culpa y estas sensaciones de soledad surgen de embarazos en los que la madre ha estado expuesta a una gran conflictividad que el bebé, obviamente, ha sentido y ha recibido. Indefenso y expuesto a ese flujo emocional tóxico, sin posibilidad de esquivarlo, el bebé convierte a la placenta en una especia de escudo protector simbólico, una coraza que le cobija y le acompaña, su abrigo, su confidente tácito. Esto ocurre habitualmente cuando se producen tentativas de aborto, ya sean reales o sólo imaginadas por la madre o el padre. Nacer después de haber vivido y sentido ese peligro y esa toxicidad emocional representa dejar atrás esa placenta que el niño ha considerado su protectora y compañera. El efecto posterior en su memoria puede resultar muy similar al síndrome del gemelo perdido.
El diagnóstico del síndrome del gemelo perdido es, en esencia, emocional; sensaciones que resuenan interiormente a la persona que se identifica con los síntomas y arrastra una crisis existencial de larga data. Se trata básicamente de una confirmación emocional porque son prácticamente inexistentes las posibilidades de reconstruir los hechos. La persona que siente como propios los indicios de un posible síndrome del gemelo perdido puede respaldar la posible certeza del mismo si cuenta con la colaboración de la madre. Cuando ese sangrado vaginal que se produce en las primeras semanas de gestación es debido a la pérdida prematura de un bebé -esto sirve igual tanto si se trata de un embarazo monofetal como multifetal-, evidentemente esa circunstancia puede pasar desapercibida para la madre. Su parte consciente desconoce las razones de esa hemorragia vaginal; pero su inconsciente sabe perfectamente qué ha sucedido en el útero. Su inconsciente –ese 97% de sí misma inaccesible a su consciencia- ha registrado la pérdida del bebé y posiblemente a partir de ese momento la mujer observará determinadas alteraciones en su biología. Algunos cambios claramente distinguibles se manifiestan en su ciclo menstrual. Mujeres que quizá hasta entonces habían tenido menstruaciones normales comienzan a sufrir dolor menstrual (dismenorrea) o ciclos menstruales anormalmente largos con flujos escasos (amenorrea). En estos casos, la mujer se está culpando inconscientemente por no haber sacado adelante el embarazo o por no tener hoy a su lado a aquel hijo. Se reprocha lo ocurrido y se desvaloriza como madre. Su inconsciente lo muestra a través de sus menstruaciones sin que ella sea consciente de ello.

El gemelo superviviente puede verse desprovisto de vivir en plenitud su propia vida debido a esa eterna espera y al sentido de culpa que le invade. Esto le lleva a vivir una vida extraña, a merced de circunstancias que desconoce y cuyo control se le escapa. Tomar conciencia de la posible existencia de un síndrome del gemelo perdido es la única forma que tiene la persona de poder comprender esas sensaciones internas que previamente carecían de sentido. El paso posterior es realizar el duelo correspondiente, elaborando las emociones reprimidas para despedirse del hermano ausente y liberarse de la pesada carga emocional. Sólo así la persona podrá sentir el alivio necesario para tomar las riendas de su vida, sin sentido de culpa. El duelo es un proceso imprescindible para poder seguir adelante en la vida sin lastres.


Mechi Cartier

viernes, 23 de marzo de 2018

Conociendo mejor a las personas empáticas

TODA PERSONA EMPÁTICA INTENTA ESCONDERTE 10 COSAS QUE CASI NADIE TIENE ¡SON ÚNICOS!
¿Crees que alguien cercano a ti podría ser empático?
Los empáticos son capaces de crear conexiones especiales con la gente que los rodea. Un empático puede sentir cuándo se le necesita.
Muchas veces, un empático es la persona que hay en tu vida a la que a veces se le denomina como “demasiado sensible.”
Los empáticos son muy especiales y si tienes uno en tu vida, te puedes considerar afortunado. Sin embargo, los empáticos necesitan ser tratados con un cuidado especial.
Primero, expliquemos lo que es un empático. Ser empático no es tener la habilidad de sentir simpatía. La simpatía es cuando se tiene un sentimiento de cuidado y preocupación por otras personas.
Cuando simpatizas con alguien, significa que sientes compasión por esa persona y esperas que su situación mejore.
La empatía es la habilidad de entender los sentimientos de otros. Cuando alguien es empático, significa que tiene un especial y profundo entendimiento y conexión con los sentimientos de la gente que lo rodea.
Los empáticos pueden sentir los sentimientos de otros como si fueran los suyos propios. Hay investigaciones que demuestran que el cerebro de un empático está conectado de esa manera.
Los científicos han identificado un grupo especializado de células cerebrales que están ligadas a la habilidad de empatizar. Cuando alguien es empático, significa que esas células son especialmente sensibles.
Los empáticos deberían tener cuidado con los sociópatas, psicópatas, y narcisistas. En términos de psicología, esta gente tiene los rasgos opuestos a un empático.
Esta gente no son capaces de sentir empatía de la forma en que lo hace la gente normal.
A los empáticos les gusta protegerse de ser reconocidos por una serie de razones.
Pueden estar preocupados por con quién hacen conexiones y lo difíciles que pueden ser esas conexiones.
Ya que los empáticos experimentan las emociones de otras personas casi tan fuertemente como experimentan las suyas propias, necesitan tener mucho cuidado con las emociones que encuentran.
Estas son algunas de las formas en las que puedes detectar a un empático.
1. Sensibilidad
Los empáticos puede que intenten ocultar el hecho de que son tan sensibles. Lo hacen en parte para ser vistos como fuente de fortaleza para aquellos que los rodean.
Los empáticos no quieren ser una carga, así que esconden sus propias emociones.
2. Habilidad para absorber las emociones
Un empático se puede sentir feliz cuando los que lo rodean son felices, y triste cuando están tristes.
Los empáticos están tan conectados emocionalmente a otros que experimentan las emociones de los otros casi como las suyas propias.
3. Introversión
Ya que los empáticos están constantemente en contacto con las emociones de la gente con las que están, pueden evitar el contacto para tomarse un descanso.
Pasar tiempo solo significa que el empático puede tomarse un tiempo para descansar y recuperarse de sentirse emocionalmente agotado.
4. Conexión con la Naturaleza
Si conoces a alguien que tenga un profundo deseo de pasar tiempo en la naturaleza, esa persona podría ser un empático.
No hay nada como el sentimiento de felicidad y paz que los humanos sienten cuando están en un hermoso lugar al aire libre.
Los empáticos sienten esto incluso más fuertemente que la mayoría de la gente. La naturaleza puede ayudar a un empático a recargar las pilas con los sentimientos positivos que consiguen pasando tiempo al aire libre.
5. Habilidad para detectar las mentiras
Los empáticos tienen una habilidad especial para ver a través de los demás.
Una de las formas en las que se manifiesta es en su habilidad para detectar las mentiras.
Un empático puede detectar fácilmente las mentiras porque es capaz de leer las emociones y las verdaderas intenciones de otra persona.
6. Dan demasiado
Los empáticos gastan mucho tiempo y energía atendiendo las necesidades de los demás. Esto puede dejar al empático con un montón de emociones negativas.
Los empáticos sienten una profunda necesidad de ayudar a otros pero, a veces, mientras ayudan a otros, pueden dañarse a sí mismos emocionalmente.
Cuando un empático intenta retirarse para recargarse, puede sentirse a veces muy egoístas.
Los empáticos necesitan recordar cuidarse aunque no estén acostumbrados a ponerse en primer lugar.
7. Intuición intensificada
Naturalmente, los empáticos están muy conectados con sus sentimientos.
Un empático confiará en su instinto para tomar decisiones importantes. Tiene el sentimiento de estar conectado con el universo y es capaz de usar la intuición como guía a diario.
8. Tendencia a estresarse
Ya que los empáticos sienten todas las emociones muy intensamente, puede ser fácil que se sientan agobiados.
Además, tener demasiadas tareas a la vez, puede hacer a un empático sentirse inundado. Esto puede ser muy estresante para él.
9. Es fácil aprovecharse de ellos
Una persona manipuladora puede aprovecharse fácilmente de un empático.
Esto se debe a que los manipuladores son capaces de detectar a los empáticos y usar sus habilidades empáticas en su contra para conseguir lo que quieren.
Un manipulador sabe qué botón presionar en un empático para conseguir sus objetivos.
Los empáticos tienen que ser muy cautos cuando tienen la sensación de que están siendo manipulados por alguien.
10. Habilidad de amar profundamente
Como con todas las emociones que experimenta, un empático amará muy profundamente.
Este amor se extiende desde su pareja a su familia y a toda la gente presente en su vida.
Los empáticos hacen que la gente que hay en su vida se sienta extremadamente amada y cuidada.
Los empáticos también tienen un fuerte aprecio por la sociedad en general.
Los empáticos son personas muy especiales que necesitan ser apreciados y protegidos.
Si tienes a un empático en tu vida, dale el tiempo y espacio emocional que necesite para recargarse.
Entiende que no es una persona anti social cuando se toma un tiempo a solas.
Puede ser difícil y agotador ir por la vida siendo empático, pero un empático también tiene un don especial que debe ser tratado con cuidado y respeto.

fuente: http://eurovidas.com/toda-persona-empatica-intenta-esconderte-10-cosas-casi-nadie-unicos/

sábado, 17 de marzo de 2018

¿Sabes que TU VIDA CAMBIA CADA SIETE AñOS?

La teoría de los Septenios de Rudolf Steiner:
Esto es muy interesante. El planteamiento de Rudolf Steiner es una cosmovisión espiritual del ser humano, de aplicación en la educación, en la medicina, en la arquitectura, las artes, etc.
Los septenios es el estudio biográfico de las personas cada 7 años, y el estudio del temperamento. El desarrollo puede verse tripartitamente, hablando de maduración física, maduración anímica y maduración espiritual.
Esto quiere decir que en los primeros 3 septenios (de 0 a 7 años, de 7 a 14 y de 14 a 21) lo primero es la consolidación del cuerpo físico de la persona, y la temática central es el conocer la vida. Luego, con nuestros órganos y cuerpo ya consolidados, comienza el desarrollo anímico, entre los 21 y 42 años. Lo que prima en esta etapa es la aceptación de la vida y trabajar en lo que uno vino a aportar a este mundo. Finalmente, entre los 42 y los 63 (y en adelante) encontramos el periodo del desarrollo espiritual, donde comienza la recapitulación de la vida, donde el alma se pone en servicio del Yo, para que él pueda expresarse, junto a las virtudes de la humildad, la aceptación y el amor.
En resumen, la Antroposofía (asi se conoce) nos plantea un camino evolutivo de nuestro desarrollo humano, dividiendo nuestra estadía en el mundo en tres etapas: nacer y desarrollar nuestro vehículo en el mundo que es nuestra corporalidad; luego, aceptar nuestra realidad y aportar al mundo lo que vinimos a entregar; para finalmente, poder expresar nuestro espíritu y sus cualidades en el mundo.

Primer Septenio: 1 a 7 años.
En este septenio nace el cuerpo físico del bebé, siendo muy importante la gestación de este mismo. Son fundamentales dos procesos que ocurren alrededor de los 3 meses: primero es el desarrollo psicomotor del niño, y segundo, las enfermedades que pueden entenderse como una guerra de vida y muerte: es común que los niños tengan altas fiebres, ya que a través de esto el niño transforma sustancias de la madre en sustancias propias. La antroposofía plantea que mientras más fiebre tenga el infante cuando chico, más probabilidades de no padecer enfermedades autoinmunes cuando grande. Continuando con el desarrollo psicomotor, es fundamental también el momento en que comienza a caminar erguido, ya que es una manifestación de la individualidad del niño, de su yo individual. El órgano que prima en este septenio es el sistema nervioso, ya que a través de él va desarrollando las habilidades perceptivas, tanto con la imitación, el tacto, el movimiento, el equilibrio. Para poder fomentar esto es fundamental instar el juego con el niño. Otro elemento fundamental es el dar calor, ya que este posee una doble funcionalidad: primero, en el nivel físico esto se vivencia como protección, y en un nivel anímico esto se vive de tal manera que el niño siente que es importante para el adulto, lo que va otorgándole confianza en el medio externo, que finalmente conlleva a poseer un buen nivel de autoconfianza. Finalmente, la antroposofía plantea que es fundamental que el pequeño vivencie su realidad según esta frase: “El mundo es bueno”, donde pueda explorar, jugar y vivenciar de manera positiva y confiable el mundo que lo rodea.
Segundo Septenio: 7 a 14 años.
Alrededor de los 6 años el niño comienza a perder sus dientes de leche: esto nos indica el comienzo de cambio de septenio y que el sistema nervioso del niño ya está desarrollado y listo para comenzar la escolaridad. En este septenio se comienza a forjar el temperamento, el cual puede ser colérico (fuego), sanguíneo (aire), melancólico (tierra), o flemático (agua)…. Cada temperamento tiene rasgos de comportamiento determinado, una forma de vincularse con el mundo, de vivenciar las experiencias, entre muchas otras cualidades. Otro aspecto fundamental de este septenio es la habilidad o posibilidad de comenzar a adquirir hábitos, que abarcan más que dormir, comer o trabajar, sino que pueden ser hábitos de respeto, de no criticar, de comprender y saber perdonar, entre otros. Es fundamental entonces poder fomentar y cultivar estos hábitos, tanto por parte de los padres como de los profesores. Alrededor de los 9 años comienzan lo que se denomina los sentimientos del yo, lo que abre al niño hacia un mundo de polaridades a partir del sentir: sentir simpatía y antipatía, sentir el yo afuera y el yo adentro y de esta manera comenzar a experimentar sentimientos. Esto puede diferenciarse claramente con los niños más pequeños, donde todo es de todos: aquí comienzan los límites de la polaridad. Finalmente es muy posible que haya una búsqueda espiritual.
Tercer Septenio: 14 a 21 años.
En este septenio la antroposofía plantea que hay una diferenciación entre niños y niñas en su comportamiento: ellas, las niñas, se ponen introvertidas, mientras que ellos comienzan en una etapa de rebeldía. Recordemos también que Steiner es del año 1900, por lo que hemos pasado por bastantes cambios socioculturales que pueden marcar una diferencia hoy en día, pero en rigor ese es el planteamiento descrito por la antroposofía. En esta etapa hay un énfasis en el pensar para poder conocer el mundo: antes el niño solo hacía registros, mas ahora lo procesa y lo debate más activamente. También comienzan a buscar conscientemente a los amigos que quieren tener. Que los jóvenes posean una aproximación a la música también es muy común en este ciclo, ya que lo hacen como una manera de religar con la espiritualidad de forma más sutil. Un evento gatillante y fundamental es que a los 18 años y medio ocurre el primer nodo lunar: estos son estancias cósmicas donde el sol, la luna y la tierra están en la misma ubicación que cuando nacimos. Este nodo nos trae un cuestionamiento de “¿qué vine hacer en esta vida?”. Esta inquietud podría explicar la gran taza de disidencia de estudiantes universitarios de primer año de esta edad, que entran en una carrera sin tener claro que quieren hacer, cambiándose de elección hacia una más acorde con su vocación.
Cuarto Septenio. 21 a 28 años.
Este es un septenio de experimentación: de tener experiencias variadas, tanto como diferentes viajes hasta diferentes trabajos. Hay una búsqueda de validación a través de los amigos y de la carrera. Se hace énfasis en la calma interior, donde, a través de ella, vamos a ir adueñándonos de los espacios que habitamos. Esto quiere decir, que a través de un proceso de estabilización, vamos a poder amoldarnos a los límites que vamos a ir conociendo en este mundo que se abre, ya fuera de la escolaridad y de lo conocido. A los 28 años comienza una crisis de los talentos, que es cuando cesa la inspiración y comienza la transpiración. Esto quiere decir que los eventos que antes universalmente se iban dando fácilmente, dejan de fluir, siendo necesario más esfuerzo de parte de uno para lograr los objetivos. Recordemos que los tres septenios anteriores eran los septenios corporales, donde estábamos más protegidos, mientras nuestra corporalidad se iba desarrollando. En cambio en el cuarto septenio ya comenzamos los septenios anímicos, donde es momento de hacerse cargo de la vida con lo forjado anteriormente, a empoderarnos a partir de nuestro propio mérito y esfuerzo, ya que ahora dependemos solamente de nosotros mismos, como si fuera un empujón del universo hacia la adultez. Es un buen momento para plantearnos el cómo vivenciamos al mundo y cómo nos vivenciamos a nosotros mismos, siguiendo el planteamiento anterior de ir en un camino hacia la adultez y hacia el hacerse cargo.
Quinto Septenio. 28 a 35 años.Este septenio es el situarse en el lugar exacto donde uno realiza aquello que vino a hacer, junto a las personas con las que tenemos que llevarlo a cabo. Se puede apreciar que este ciclo está en la mitad de los septenios del cuerpo y del espíritu, lo cual produce una vivencia de Aquí Estoy Yo: se sitúa el ego terrenal en la tierra y comienza una nostalgia por lo no vivido, pero al mismo tiempo una apertura hacia la espiritualidad.
Sexto Septenio: 35 a 42 años.
Este septenio nos trae el segundo nodo lunar, el cual llega a los 37 años. Esta vez nos hace cuestionarnos si estamos haciendo lo que tenemos que hacer en esta vida: despierta, o nos remueve, el concepto de autenticidad, que es el poder reconocer que hay problemas, que no somos perfectos; nos permite asumir lo que está pasando alrededor de nosotros y poder hacernos cargo de ello. En este periodo se vivencia frecuentemente el perdón hacia los padres, y paralelo a estas vivencias comienza también el decaimiento del cuerpo físico. La tarea fundamental es que nuestra alma no decaiga con el cuerpo, sino empoderarnos con este proceso, de tal manera que lo tomemos como una oportunidad: mi cuerpo decae, pero mi alma aflora, preparándonos para el siguiente ciclo de septenios, el ciclo espiritual.
Séptimo Septenio: 42 a 49 años.
Aquí comienza el desarrollo de los septenios espirituales, lo que nos trae fundamentalmente la habilidad de poder mirar más de lejos las cosas, sin quedarnos atrapados en ella: se pueden separar los hechos más fácilmente, con objetividad y desapego. Hay una energía movilizadora, que da fuerza para resolver inquietudes del septenio anterior, abriendo nuevas vías de creatividad para responder si estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Otra energía creativa que se da de manera paralela es el comienzo de la menopausia, que puede manifestarse fundamentalmente en dos vías de creación: la primera, la mujer tiene su último hijo a esta edad. O la otra resolución hacia esta energía es el tener otras profesiones, otros trabajos, crear proyectos, iniciar otras empresas, entre otras. Esto puede entenderse también como un brote de energía creativa, que mantiene activa y vigorosa a la persona, tanto hombre como mujer, en este septenio, lo cual cabría como resolución del nodo lunar del septenio anterior. Finalmente ocurre un contraste muy importante con la juventud, por lo que es común ver padres y madres que comienzan a competir con sus hijos, para no vivenciar esta decadencia corporal natural del ser humano.
Octavo Septenio: 49 a 56 años.
En esta etapa de nuestra vida surge una nueva cordialidad, es decir, una nueva manera de que el corazón se vincula con el mundo, fundamentado desde el compromiso y la compasión; ellas son nociones más elevadas de vincularse, las cuales nos demuestran la presencia del espíritu en esta etapa de vida. Aquí uno se entrega hacia el otro, ya que en el pasado nos estábamos formando para poder hacerlo en su totalidad. A los 55 años y medio ocurre el tercer nodo lunar, que nos presenta una energía de introspección hacia dos puertas de autoconocimiento: la primera es el cuestionamiento de que si hicimos lo que teníamos que hacer, y la segunda es qué podemos hacer todavía.
Noveno Septenio: 56 a 63 años.
En este septenio es frecuente una búsqueda hacia la soledad, que trae su sabiduría espiritual. Esto nos permite también hacer una síntesis de lo vivido en los anteriores septenios. Dos crisis pueden ser fundamentales en este septenio: la primera es a nivel de los vínculos: conflictos en la sociedad que conformamos nuestra biografía, tanto familia, hijos, compañeros. Si los conflictos que surgen aquí, por ejemplo, como la partida de los hijos de la casa, no son superados, una depresión puede manifestarse. La segunda crisis deviene, de una apertura de conciencia por el espíritu, que llama a despertar, manifestándose en la búsqueda de la justicia, la verdad, de la libertad, o de la fraternidad. De esta forma, lo que busca este despertar espiritual, es poder manifestarse en la persona a través de la acción, de la presencia, de la voluntad, para que así pueda estamparse en la vida de la persona de forma activa, desplegándose en su día a día: superar las crisis biográficas anteriores, va a ser imperativo para que pueda manifestarse el espíritu sin ataduras ni temores; sin conflictos actuales en nuestra existencia terrenal, para poder así desarrollar la esencia espiritual.
Décimo Septenio: 63 a 70 años.
Undécimo Septenio: 70 a 77 años.
Duodécimo Septenio: 77 a 84 años.
Decimotercero Septenio: 84 a 91 años…..
De acuerdo con las leyes del desarrollo humano en las que se basa el trabajo biográfico, se trabaja con periodos de 7 años cada uno o septenios:
La vida del hombre en la Tierra se desenvuelve en etapas de siete años. Al comienzo de cada período nuevo de siete años se le abren nuevas posibilidades que no eran posibles antes:

• Los tres septenios del cuerpo:
-Los primeros siete años se dedican a construir el cuerpo físico
-Los siete siguientes al cuerpo etérico
-De los 14 a los 21 al cuerpo astral. Por eso la adolescencia es tan difícil: los deseos y emociones encuentran sus medios de expresión física en el cuerpo, mientras que el Yo que tiene que controlar estos elementos no ha nacido todavía .El Yo se encarna a los 21 años. Su primera tarea es dominar el cuerpo astral y vivir de manera consciente a través de la vida del sentimiento y de la emoción que antes era incontrolable.
• Los tres septenios del alma:
-De los 21 a los 28 años el ser humano tiene la oportunidad de desarrollar el alma sensible
-De los 28 a los 35 años el ser humano desarrolla el alma racional.
-Desde los 35 años hasta los 42: ha llegado el momento de incorporar el alma consciente.
Si se han pasado estas etapas de manera constructiva y se han realizado las nuevas capacidades, el hombre ha alcanzado el umbral de la madurez.
• Los tres septenios del espíritu:
-De los 42 a los 49: el principiante.
-De los 49 a los 56: el nacimiento del maestro interior.
-De los 56 a los 63: camino a la sabiduría.
Todas las edades de transición (42, 49, 56 y 63), son de especial importancia, hasta que a los 70 años se acaba en cierto sentido el desarrollo vital, y los años que siguen ofrecen la oportunidad de poner la sabiduría adquirida a disposición del mundo, y prepararse en conciencia para la vida después de la muerte y la nueva encarnación que seguirá.

A lo largo de nuestra vida nos esperan nuevas posibilidades que nos serán provistas. En una vida ideal, se haría un uso pleno de cada nuevo regalo, se estaría preparado para el próximo cuando llegara la hora, y se crecería en sabiduría, madurez y habilidad para poner los frutos de nuestra sabiduría a disposición de los semejantes, especialmente a partir de los 35 años, cuando ya no debamos estar tan preocupados por nuestro desarrollo personal como en la primera mitad de nuestra vida.
En la primera mitad de la vida deberíamos ocuparnos de desarrollar el instrumento en que se convertirá nuestro ser maduro. En la segunda mitad (35 a 70) estamos en la parte iluminada por el espíritu, más que atada al cuerpo, y nuestra primera obligación es hacia los otros.
A partir de los 70 deberíamos dedicarnos íntegramente al cuidado de los demás, y cualquier sabiduría, percepción o nueva iluminación espiritual que podamos obtener será para otros.
(extraidos de dos articulos sobre Rudolf Steiner)


Hang Insomniac Jam

SERGI TORRES - El dolor te libera del dolor

lunes, 12 de marzo de 2018

SERGI TORRES - El objetivo de tu vida

Para reflexionar..



Lo que dejas de atender en ti lo postergas, no lo eliminas, sólo lo postergas.
Cuando existe una herida en la que necesitas profundizar, en la que necesitas trabajar, el universo se encarga de poner en frente de ti a la persona correcta, de manifestar las perfectas circunstancias para continuar mirando eso donde has dado vuelta la cara, donde has dejado de asumir tu responsabilidad, eso que al atravesarlo te libera, que al hacerte cargo de ello te devuelve a ti, que te arma y te encaja en la vida, en tu propia vida, que te planta en tu verdad.
Comprende que hemos venido a crecer en autonomía para verdaderamente poder amar y entregar, que el amor no puede nacer de la exigencia, la exigencia es un reflejo de nuestra carencia, y habla de lo que necesitas darte tú mismo en lugar de lo que tienes que ir a buscar afuera. Estamos aprendiendo a movernos del amor egocéntrico al amor incondicional, y el amor incondicional no busca controlar, fluye con lo que es y con aquello que acontece, estableciendo sí, sanos límites, pero no manipulando para que las cosas se den de la manera que esperamos que sean, creyéndonos dueños de una falsa verdad. Porque la verdad real ama, la verdad real comprende, y es capaz de soltar sin forzar, si todo nuestro ambiente circundante indica que en este momento eso que deseamos no puede estar.
Elige confiar, elige crear nuevas formas de vincularte contigo, la ausencia de algo o de alguien te sitúa en la nada para que se instaure tu poder, para armar pedazos de tu todo, de tu hermoso todo, porque es desde allí que podemos establecer relaciones realmente amorosas y nutritivas, situándonos en un lugar interno de abundancia y no en uno de falta, percibiendo tu luz y la luz destellante del otro, bendiciendo y disfrutando del maravilloso encuentro, cuidando de la bella semilla que germinará.
Desde allí elijo entonces comenzar a vincularme conmigo y contigo, y aunque me pierda, vuelvo de nuevo a mí, me enraizo en mí, y elijo con valentía, con entereza, plasmando en cada paso mi firme voluntad, para salir de mi círculo de confort, para sostener la incomodidad y abrirme a aprender a amar, a verdaderamente amar, para mí, para ti, conmigo, contigo.
-Amor/Libertad.
Vanessa FMatos

fuente: https://www.facebook.com/photo.php? bid=1697368476979454&set=a.1539203626129274.1073741828.100001189532479&type=3&theater