permitiendo y abrazando mis propios profundos, oscuros, desagradables y dolorosos sentimientos a través de los años,
hubo gente que me aconsejaba, me advertía…que yo era muy sensible, demasiado profundo, muy negativo, demasiado emocional, demasiado “atrapado en el ego”; que estaba en problemas, que estaba roto, que era oscuro, estaba enfermo, y hasta enfermo mental.
Entiendo nuestro miedo colectivo ante las emociones crudas,
¡Nuestra necesidad de huir de la oscuridad y “buscar la luz”!
Aún así descubrí, cuando me acerqué a la muerte, que solo había más vida, y que realmente no hay nada que temer.
No existe la oscuridad, ni la “negatividad”, cuando enfrentas de verdad lo que está doliendo por dentro….
Una vez, cuando estuve más gracioso, despreocupado, y creativo, en contacto con lo absurdo y la comedia, lo tonto y el arte de la vida…
Hubo gente que me decía que no era lo suficientemente profundo, que me faltaba ser más espiritual, que no era demasiado serio; que usaba el humor como defensa, y que mi alegría era solo una fachada, que era falsa.
Por supuesto que entiendo la desconfianza relacionada con el alegre niño interno, el artista que llevamos dentro.
Pero vine a ver que TODOS necesitamos acceder a este espontáneo, libre y salvaje interior. Mi niño interno me destruyó y me salvó.
A veces, todos necesitamos reírnos de nosotros mismos…
En otras épocas, cuando comencé a poner límites, a decir que no, a moverme dentro de lo que estaba bien para mí, y definir lo que no…
Hubo gente que me decía que yo tenía miedo, que huía de la intimidad, que estaba traumado, que necesitaba ayuda, que mi forma de relacionarme estaba dañada y que los límites no son reales.
¡Comprendo también el disgusto que conlleva que a uno le pongan límites!
Es difícil escuchar un “No” de alguien.
Pero esto me ayudó a comprender, mientras fui el que recibió poderosos, honestos y amorosos No a través de los años, que el amor verdadero PUEDE decir NO…
Y prefiero tomar el dolor a corto plazo de la honestidad, que el dolor más profundo y crónico del resentimiento y la rabia latente acumulada internamente.
Aún nuestros sentimientos más profundos de rechazo y abandono, y “de no ser lo suficientemente buenos” pueden ser bañados con comprensión y compasión. Los límites nos ayudan a sanar, y nos acercan aún más…
Asique sí, me han dicho que soy frío, que me comportaba como un robot, que era inhumano, desapegado, narcisista, distante cuando no he sido capaz de, o no he tenido la voluntad de hacerme cargo de las necesidades ajenas…
Comprendo la demoledora (¡y generalmente inconsciente!) desilusión cuando otro no satisface lo que queremos o nuestras necesidades.
La desilusión, la decepción y la desesperación han sido realmente mis más grandes maestros…
Cuando he hecho mi camino, siguiendo a mi corazón, (algunas veces sin saber adónde me llevaría) y me he salido de aquello que se esperaba o demandaba de mí, y me he alejado de los condicionamientos de mi niño interno, me han dicho egoísta, temerario, que me encantaba abandonar… He sido condenado al ridículo y a ser un fracaso.
Conozco el coraje que requiere caminar el único y propio camino, y los (generalmente inconsciente) celos, envidia, deseos e incluso rabia que nuestra libertad puede disparar en otros que aún no han encontrado su propio coraje.
Entiendo el terror a la libertad, y a la vez, el anhelo por ésta; y la manera en que estos estados de celos y envidia pueden ser muy difíciles de digerir e incluso tolerar.
Ciertamente es más fácil juzgar a otros que tomar toda la responsabilidad por nosotros mismos.
Desde lo más profundo de mi corazón, quiero agradecer a cada uno de mis “críticos” a lo largo de estos años.
Incluyo también a mi propio ‘crítico’ interno, (¡tal vez la voz más fuerte de todas!).
Todos tuvieron razón, desde su propia perspectiva.
Me sacudieron, me rompieron, me despertaron, y sanaron. Me hicieron cerrar y abrir, y me llevaron al límite.
Probaron mi capacidad de resolución y me obligaron a acercarme cada vez más a mi cruda y honesta verdad…
Todos han sido mis gurúes, aunque lo sepan o no…”
hubo gente que me aconsejaba, me advertía…que yo era muy sensible, demasiado profundo, muy negativo, demasiado emocional, demasiado “atrapado en el ego”; que estaba en problemas, que estaba roto, que era oscuro, estaba enfermo, y hasta enfermo mental.
Entiendo nuestro miedo colectivo ante las emociones crudas,
¡Nuestra necesidad de huir de la oscuridad y “buscar la luz”!
Aún así descubrí, cuando me acerqué a la muerte, que solo había más vida, y que realmente no hay nada que temer.
No existe la oscuridad, ni la “negatividad”, cuando enfrentas de verdad lo que está doliendo por dentro….
Una vez, cuando estuve más gracioso, despreocupado, y creativo, en contacto con lo absurdo y la comedia, lo tonto y el arte de la vida…
Hubo gente que me decía que no era lo suficientemente profundo, que me faltaba ser más espiritual, que no era demasiado serio; que usaba el humor como defensa, y que mi alegría era solo una fachada, que era falsa.
Por supuesto que entiendo la desconfianza relacionada con el alegre niño interno, el artista que llevamos dentro.
Pero vine a ver que TODOS necesitamos acceder a este espontáneo, libre y salvaje interior. Mi niño interno me destruyó y me salvó.
A veces, todos necesitamos reírnos de nosotros mismos…
En otras épocas, cuando comencé a poner límites, a decir que no, a moverme dentro de lo que estaba bien para mí, y definir lo que no…
Hubo gente que me decía que yo tenía miedo, que huía de la intimidad, que estaba traumado, que necesitaba ayuda, que mi forma de relacionarme estaba dañada y que los límites no son reales.
¡Comprendo también el disgusto que conlleva que a uno le pongan límites!
Es difícil escuchar un “No” de alguien.
Pero esto me ayudó a comprender, mientras fui el que recibió poderosos, honestos y amorosos No a través de los años, que el amor verdadero PUEDE decir NO…
Y prefiero tomar el dolor a corto plazo de la honestidad, que el dolor más profundo y crónico del resentimiento y la rabia latente acumulada internamente.
Aún nuestros sentimientos más profundos de rechazo y abandono, y “de no ser lo suficientemente buenos” pueden ser bañados con comprensión y compasión. Los límites nos ayudan a sanar, y nos acercan aún más…
Asique sí, me han dicho que soy frío, que me comportaba como un robot, que era inhumano, desapegado, narcisista, distante cuando no he sido capaz de, o no he tenido la voluntad de hacerme cargo de las necesidades ajenas…
Comprendo la demoledora (¡y generalmente inconsciente!) desilusión cuando otro no satisface lo que queremos o nuestras necesidades.
La desilusión, la decepción y la desesperación han sido realmente mis más grandes maestros…
Cuando he hecho mi camino, siguiendo a mi corazón, (algunas veces sin saber adónde me llevaría) y me he salido de aquello que se esperaba o demandaba de mí, y me he alejado de los condicionamientos de mi niño interno, me han dicho egoísta, temerario, que me encantaba abandonar… He sido condenado al ridículo y a ser un fracaso.
Conozco el coraje que requiere caminar el único y propio camino, y los (generalmente inconsciente) celos, envidia, deseos e incluso rabia que nuestra libertad puede disparar en otros que aún no han encontrado su propio coraje.
Entiendo el terror a la libertad, y a la vez, el anhelo por ésta; y la manera en que estos estados de celos y envidia pueden ser muy difíciles de digerir e incluso tolerar.
Ciertamente es más fácil juzgar a otros que tomar toda la responsabilidad por nosotros mismos.
Desde lo más profundo de mi corazón, quiero agradecer a cada uno de mis “críticos” a lo largo de estos años.
Incluyo también a mi propio ‘crítico’ interno, (¡tal vez la voz más fuerte de todas!).
Todos tuvieron razón, desde su propia perspectiva.
Me sacudieron, me rompieron, me despertaron, y sanaron. Me hicieron cerrar y abrir, y me llevaron al límite.
Probaron mi capacidad de resolución y me obligaron a acercarme cada vez más a mi cruda y honesta verdad…
Todos han sido mis gurúes, aunque lo sepan o no…”
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