Un trauma no es un evento en el pasado. Son los aparentemente insoportables pensamientos y sentimientos que acarrean nuestro cuerpo y mente, por lo general de manera inconsciente, en el momento presente, en el Ahora.
Los pensamientos que se sienten como impensables. Sentimientos que se sienten insostenibles. Sensaciones en el cuerpo que no somos capaces de sentir por completo. Experiencias que no hemos podido digerir del todo.
Imágenes que no queremos ver. La oscuridad en nosotros de la que huimos. La “negatividad” que escondemos de otros.
Momento a momento podemos comenzar a permitir que incluso los pensamientos más intensos y aterradores regresen a los brazos sanadores del Ahora, donde pertenecen.
En la presencia de un amigo amoroso, un terapeuta habilidoso, una gran montaña, el cielo y todos los dioses y ángeles, con la ancestral Tierra sosteniéndonos como un recién nacido, podemos dejar que nuestras defensas se quiebren y tocar en nuestro más profundo dolor y pena, bañándolo con curiosidad, consciencia, y amor.
Momento a momento podemos comenzar a sostener lo insostenible, tolerar lo intolerable, respirar a través del más profundo dolor…
Atenta y lentamente, podemos bañar con luz el horror, inundar con amabilidad las regiones más oscuras, iluminar el inframundo, donde moran las criaturas salvajes y temerosas.
La herida es un portal. No te matará si te tornas hacia ella.
He pasado por horrores dentro mío que me empujaron al límite de mi sanidad, los límites de mi mortalidad.
He sentido el dolor de tal manera que parecía que mi corazón no lo podría soportar un segundo más.
He experimentado una rabia volcánica que podría destruir o crear un cosmos entero. Pero, momento a momento, fui capaz de tolerar lo intolerable, aceptar lo inaceptable, enamorarme de mi “enemigo” interno; un enemigo que pasó a ser un inocente niño interno, gritando furioso por mi amor. Mi propia carne y mi propia sangre.
En el centro de mi más profundo trauma me encontré… a mí mismo. Vi mi propio rostro amable reflejando mi sonrisa. Encontré el poder y valor que nunca había sabido que tenía. Encontré la mayor seguridad. Encontré a Dios mismo que había usado mis heridas más profundas para llamarme a volver a mí mismo, y hacerme completo.
Tu trauma es un agujero negro.
Absorberá tu vida y la de cada uno que te rodea.
Pero también puede ser un quásar, un extraordinario dínamo de nueva vida, que emite más luz que cientos de galaxias.
~ Jeff Foster
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