Evadimos... Ante el dolor evadimos...
Y si pensamos en ello es
totalmente natural, el cuerpo teme a lo que duele, no quiere sentir
dolor, es instinto de supervivencia. Sin embargo, he descubierto que el
permitirnos sentir dolor nos devuelve a nuestra honestidad, nos permite
conectar con nuestra sensibilidad, con nuestra humana belleza, se nos
abre el corazón de par en par e impulsa el proceso que nos lleva
realmente a amar.
Cuando algo duele y te detienes estás a un
paso de la transformación, si no huyes de ti, si eliges mantenerte
contigo... Cuando enfrentas lo que te atormenta, lo liberas, te liberas,
te engrandeces, te empoderas. El momento más oscuro encierra la
posibilidad de la transformación más absoluta, te permite quedarte
absorto en lo que ahora en tu vida es real, aceptando, asumiendo la
responsabilidad de los movimientos que ahora tienes que dar. ¿Quién
puede vivir tu vida sino tú mismo? ¿Quién puede hacerse cargo de tu
dolor sino eres tú mismo? Lo demás son soluciones aparentes que no se
sostienen, son solo formas de dilatar la verdad, y la realidad más tarde
o más temprano se impondrá. No esperes a que se te venga encima
-aunque sucederá si es lo que necesitas experimentar-, hoy elige
quedarte contigo, atraviesa y asume la responsabilidad.
Vanessa Ferrer Matos
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