Tus sentimientos, las energías vivas que se perciben en tu cuerpo en este momento, no fueron 'causadas' por alguien más, y tampoco son algo que alguien más pueda retirarlas. Nadie es responsable de tus sentimientos. La comprensión de esto puede dar término, de una vez por todas, al juego de la culpabilidad.
Sí, los demás pueden desencadenar dolor y tristeza en ti, ellos podrían contribuir en el campo en donde tu viejo y aún no resuelto dolor puede surgir de nuevo, sin embargo, no tienen la capacidad para hacerte sentir como te sientes. Nadie puede hacerte feliz, nadie puede hacerte infeliz. Tan sólo estás siendo invitado, incesantemente, a reconocer todo aquello que no has enfrentado en ti mismo, a ponerte en contacto con lo que nunca quisiste contactar dentro de ti, a explorar con valentía el campo de la presencia.
Hacer a los demás responsables de cómo nos sentimos es el comienzo de toda la violencia, tanto interna como externa, de todos los conflictos y, en última instancia, de todas las guerras que hay entre naciones.
No responsabilices a nadie por este asunto. Honra lo que está vivo en ti en este momento. Aprende a aceptar tus propios sentimientos como si fueran tus hijos queridos, sin importar la intensidad con la que ardan y clamen por atención.
Celebra la vivacidad de tu herida, la vitalidad de tu decepción, la electricidad de tu tristeza. Arrodíllate ante el poder de tu ira, honra su ardiente creatividad.
- Jeff Foster
(Imagen: Julio Segura Carmona)
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